viernes, 6 de abril de 2018

Interacciones y adaptaciones en un mundo antropizado y cambiante

El caso del zampullín cuellinegro

Las marismas de Odiel (Huelva) albergan una gran riqueza de aves acuáticas, a pesar de la alta contaminación presente en este humedal, como consecuencia de los residuos mineros y de la gran actividad industrial. Una de estas aves, el zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis), constituye un ejemplo más de lo fascinantes y sofisticadas que pueden ser las interacciones ecológicas. Se trata de una compleja relación entre un ave, un crustáceo y un cestodo parásito.

La clave está en los carotenoides, pigmentos orgánicos que previenen y reducen la toxicidad de contaminantes como los metales pesados y los metaloides. Al alimentarse del crustáceo Artemia, los zampullines adquieren un parásito que podría estar protegiéndoles de la contaminación, ya que los crustáceos parasitados presentan un mayor contenido en ciertos carotenoides. El parásito es capaz de manipular el comportamiento de Artemia para que sea más accesible y atractiva ante las aves, llegando así hasta el zampullín. Pero no olvidemos que estamos hablando de un parásito y que por tanto debe causarle algún perjuicio a su hospedador, aunque en estas zonas tan contaminadas los beneficios de un mayor acceso a los carotenoides superan los costes de la infestación.

El caso del correlimos gordo

El empequeñecimiento corporal se ha propuesto como la tercera respuesta de las especies al calentamiento global, hecho en el que parece influir el coste metabólico. En especies adaptadas a explotar recursos concretos, como es el caso de las aves limícolas, la progresiva reducción del tamaño corporal puede tener graves consecuencias ecológicas. Es el caso del correlimos gordo (Calidris canutus), una especie que cría en el Ártico ruso e inverna en Mauritania. Van Gils y colaboradores (2016) observaron que los individuos jóvenes eran de menor tamaño y presentaban el pico más corto en los veranos de deshielo temprano. Este hecho supone un problema a la hora de alimentarse en los cuarteles de invernada, ya que los jóvenes correlimos no pueden acceder a la presa más abundante, un bivalvo que se entierra en el sedimento, lo cual les puede acarrear problemas de malnutrición.



Bibliografía consultada:

Marta I. Sánchez et al. 2018. “Zampullines cuellinegros ante la contaminación: la importancia de las interacciones ecológicas”. Quercus 386: 12-18.

David R. Vieites y Salvador Herrando-Pérez. 2018. “Hacia el mundo de Lilliput”. Quercus 386: 54-56.

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